¿Podría el Credo de nuestra fe empezar así? Yo creo
que sí, ¿acaso no es tan válido decir Dios Padre como Dios Madre?. Tanto
padre como madre son metáforas, y usar siempre metáforas masculinas
como padre, rey, señor, hace que finalmente estas se tomen literalmente
convirtiendo al Dios vivo en un ídolo.
Dice Eckhart Tolle: La palabra Dios se ha convertido en un concepto cerrado. En el momento en que se pronuncia, se crea una imagen mental, quizá ya no la del anciano de barba blanca, pero sí una representación mental de alguien o algo externo a uno y, casi inevitablemente, algo o alguien masculino. (1)
Esta exclusividad de imágenes masculinas crea una idea
injustificada de que lo masculino tiene más en común con la divinidad
que lo femenino. O, como observa Carol Christ, una mujer se
puede ver creada a imagen y semejanza de Dios sólo haciendo abstracción
de su corporeidad, pero no podrá tener la experiencia que está
disponible para cualquier varón de afirmar su identidad sexual siendo
imagen y semejanza de Dios.
Muchas mujeres ya no nos sentimos cómodas con una
espiritualidad, unas oraciones y una liturgia que usa casi
exclusivamente imágenes de Dios masculinas ¿Dónde estoy yo como mujer en “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”, o en “Mira
con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala como aceptaste los dones del
justo Abel, el sacrificio de Abraham nuestro padre en la fe y la
oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec”? Porqué el Dios de nuestros Padres y nunca de nuestras Madres, o porqué nunca el Dios de Sara, de Agar, de Rut.
¿Con qué imágenes femeninas de Dios me puedo identificar?
“A medida que la teología feminista sugiere nuevas imágenes de Dios
como madre, hermana y amiga, su objetivo es encontrar un lenguaje que
evoque con frescura, para nuestro tiempo con su luchas particulares, el
amor inclusivo, compasivo y apasionado de Dios por toda la creación que
es proclamado en el mensaje, y la vida, muerte y resurrección de Jesús. Es
una búsqueda de una comprensión más adecuada de Dios que se refiera a
la experiencia de las mujeres que han sido marginadas en la Iglesia,
excluidas de un reconocimiento y participación plenos durante siglos.” (2)
Pero en esto del lenguaje acerca de Dios hay que ser muy cuidadosas para no caer en dualismos.
El peligro es asignarle a Dios características, o dimensiones
femeninas, de por sí arbitrarias, porque, ¿quién decide qué forma parte
de la naturaleza femenina o masculina? Las mujeres hemos empezado a
responder a esta pregunta con nuestra propia voz, y a reclamar para
nosotras el rango completo de cualidades humanas, invitando a los
varones a descubrir lo que ellos también han perdido en las
descripciones sesgadas acerca de lo que es ser varón o mujer dice
Elizabeth Johnson. Hablando de Dios los teólogos han subestimado la
verdad de que Dios no tiene características femeninas y masculinas, más
bien podemos afirmar que “las mujeres son capaces de
simbolizar el misterio pleno de Dios de manera tan adecuada, o
inadecuada como lo han hecho las imágenes masculinas.” (3)
Incluir imágenes femeninas de Dios sería un primer paso importante, pero no tenemos que detenernos allí, porque seguir
viendo a Dios con forma humana, antropomórficamente, es, a mi modo de
ver el obstáculo más importante que hoy tenemos al hablar de Dios. Por eso quiero terminar mi reflexión citando textualmente a José Arregui que lo dice tan bellamente:
Dios no es un Ente, ni es Algo, ni es Alguien con psicología y
sentimientos como los nuestros. Dios no interviene desde fuera cuando
quiere. Dios no tiene por qué encarnarse, pues es la Carne del mundo, el
Ser de cuanto es, el Corazón de cuanto late, el Verbo activo y pasivo
de toda palabra, el Dinamismo de toda transformación, la Ternura de todo
abrazo, el Tú de todo yo y el Yo de todo tú, la Unidad de toda
diversidad y la Diversidad de toda unidad, la luz de toda mirada, la
conciencia de toda mente, la Belleza y la Bondad que sostienen y mueven
al universo en su infinito movimiento, en su infinita relación.
(1)ECKHART TOLLE. El Poder del Ahora. Norma S.A. Bogotá 2000. Pag 4
(2)ANNE E. CARR. Transforming Grace. The Continuum Publishig Company, New York 1998. Pag 147
(3)ELIZABETH JOHNSON, Quest for the Living God. Mapping
Frontiers in the Theology of God. The Continuum Interntional Publishing
Group Inc. New York 2007. Pag 109
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