La celebración de la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero
será mañana sábado aquí en San Salvador. Llegué ayer para participar en
el acto, invitado, junto con seis personas más de World Vision, por la Conferencia Episcopal Salvadoreña. Este es un gesto de fraternidad que agradecemos profundamente.
Lo primero que hice al llegar a la ciudad fue dirigirme a la sede de World Vision-El
Salvador para participar en un acto en memoria de la vida, mensaje y
testimonio de Romero. Estuvo presente el presbítero Héctor Pinto,
representante de la Conferencia Episcopal Salvadoreña. También nos
acompañaron la señora Ana Romero y el señor Milton Romero, sobrinos de
Monseñor. Ellos tuvieron la amabilidad de participar en una entrevista
sobre la vida de su tío y algunos recuerdos familiares. Me concedieron
el honor de dirigir la entrevista y de exponer una perspectiva bíblica y
cristiana de la vida de Monseñor.
¿Y por qué yo como pastor evangélico bautista (que considero la santidad de otra manera) y World Vision (que
no es una Iglesia) participamos en esta beatificación? Porque Monseñor
Romero, más allá de su filiación católica y de lo que internamente
significa su beatificación ―que es un acto canónico estrictamente
católico― es un cristiano universal que nos dejó un elocuente testimonio
de radicalidad evangélica, coherencia de vida y santidad política que
los cristianos y cristianas de hoy necesitamos retomar. Estar aquí es
reconocer el valor de ese testimonio para la fe cristiana en nuestro
continente.
World Vision no es una Iglesia, en el sentido institucional;
es una organización cristiana interconfesional que sirve a niñas, niños
y sus familias pobres y marginadas a través de programas de desarrollo
humano, emergencias e incidencia en políticas públicas. Trabajamos con
sentido de unidad cristiana: católicos, evangélicos, ortodoxos,
anglicanos, protestantes históricos y otros creyentes de diversas
comunidades de fe, en procura de un mundo más digno y solidario, donde
la plenitud de vida sea una realidad que puedan gozar las niñas y niños
de nuestro mundo.
Por este sentido interconfesional y esta perspectiva de servicio a la
promoción humana es que estamos aquí, para celebrar la vida y el legado
de quien se entregó por la causa de la justicia, la paz y la
reconciliación, que son causas del Reino de Dios. Y este Reino, como
sabemos, está más allá de una sola Iglesia… y de toda la Iglesia en su
conjunto universal.
San Salvador, 22 de mayo de 2015
Por Harold Segura C en Lupa Protestante
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