lunes, 14 de diciembre de 2015

Mensaje Navideño del Consejo de Obispos y Obispas de ICM

 
No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, 
que será motivo de gran alegría para todos...
¡Alaben a Dios en los cielos!
    ¡Que haya paz en la tierra para la gente que agrada a Dios!»
(Los ángeles en el nacimiento de Cristo en el Evangelio de Lucas.)
Hermanas, hermanos,

En esta temporada Navideña en que les escribimos, muchas personas tienen miedo y es poca la paz en la tierra entre los hijos e hijas Dios.

Durante este año que pronto concluiremos, hemos sido testigos de casi trescientos ataques terroristas identificables, a veces cometidos por personas individuales, otras por parte de grupos organizados; y otras por suicidas tan jóvenes como diez años de edad.

-Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, 
no entrarán en el reino de los cielos.

¿Qué hace que un padre/ una madre sacrifique a un niño en este tipo de violencia? Tal vez una mejor pregunta es, ¿por qué padres/madres 
y niños/niñas por igual pierdan toda esperanza en el futuro?

Ya sea que estamos hablando de grupos militantes organizados o de jóvenes en busca de algo en que creer o una causa con la que identificarse, ahora más que nunca, como creyentes, tenemos que mantenernos firmes 
en los fundamentos de nuestra fe - el Príncipe de la Paz, que creyó que renunciar a toda forma de violencia podría salvar al mundo, y que vivir 
una vida de servicio desinteresado genera corazones bondadosos.

Dios siempre está con su pueblo, siempre trabaja para el bien, 
para la curación, la paz en la tierra y por la buena voluntad entre todas 
las personas; emerge en una justicia que viene solo cuando 
somos capaces de valorar toda la vida por igual. 
Ahora es el tiempo para estar con el Dios de la justicia y la paz.

En ICM, sabemos que el miedo, el dolor y la destrucción que viene a las vidas cuenta y muestra que no hay lugar, no hay futuro para ellos. Y también conocemos la sanación y la esperanza que emerge al rechazar esas falsas premisas y  al abrazar la verdad del amor universal que Dios trae. 
Nuestras mesas abiertas han cruzado muchas fronteras y han dejado 
muchas cosas detrás. Ser una comunidad radicalmente inclusiva nos ha enseñado a celebrar la diversidad de la creación de Dios y a dejar ir el miedo. Tal vez somos y podemos ser la esperanza que el mundo está buscando.

De París a Peshawar, Nueva York a Maiduguri, Nigeria; lo que necesita nuestro mundo actual es gente que no renuncia a la oración por la paz, 
y que están dispuestas a buscar e involucrar fielmente al Espíritu profético 
de Dios - un Espíritu que llevó a José a dejar de lado todo lo que alguna 
vez había conocido por proteger el sueño de  paz y buena voluntad de Dios, 
y que llevó a los Sabios a ofrecer toda buena dádiva que estaba a su alcance para mantener vivo ese sueño; un Espíritu que llevó a los pastores a seguir una visión nocturna con la esperanza de descubrir el amanecer de un nuevo día; un Espíritu que llevó a Jesús a luchar con todas las tentaciones 
que tenemos como seres humanos para involucrarnos con  las formas 
de dominación y violencia, pero al final optó por dar su vida 
para que nosotros y nosotras pudiéramos tener nuestra vida en lo alto.
Esta temporada de luz y esperanza, se une a nosotros y nosotras en la predicación de la paz y de hacer todo lo posible para vivir una vida que siga el modelo de la de Cristo, cuyo nacimiento celebraremos. Únase a nosotros y nosotras en hacer su mejor esfuerzo para traer un poco de sanación y esperanza al mundo. Hable con sus vecinos de diferentes tradiciones de fe, trabajen juntos en proyectos que apoyen el cobijo de los refugiados, ofrezcan un espacio seguro para aquellas personas agobiadas, alimenten al hambriento, visiten a los enfermos y encarcelados; permitan que el Príncipe de la Paz nazca en ustedes.

No tenemos respuestas fáciles para lo que está ocurriendo en lugares 
como Siria, Palestina, África del Norte, y los Estados Unidos, por nombrar algunos. Sin embargo, como seguidores de Jesús, podemos mantener 
la esperanza de que la oración por la paz prevalezca; actuando con generosidad, compasión, no violencia, y con integridad traeremos 
una mayor buena voluntad.

Que Dios nos bendiga a todos y a todas,


Consejos de Obispos y Obispas de las Iglesias de la Comunidad Metropolitana
Rev. Dr. Nancy Wilson, Moderadora 
Rev. Dwayne Johnson, Convocante; Rev. Ines-Paul Baumann, 
Rev. Pat Bumgardner, Rev. Tony Freeman, Rev. Darlene Garner, 
Rev. Héctor Gutiérrez, Profesora Nancy G. Maxwell, 
Rev. Margarita Sánchez De León, Rev. Dr. Candace Shultis, 
Rev. Mona West, PhD

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