viernes, 11 de abril de 2014

La Biblia no condena la homosexualidad (1ª parte)

Dios no nos pide que elijamos entre compasión y fe en la Biblia.

Los cristianos se encuentran cada vez más divididos acerca de la cuestión de la aceptación e inclusión de personas homosexuales en la iglesia. El debate en sí mismo está usualmente representado como esencialmente poner a la Biblia, por un lado, contra la compasión y la justicia social por otro. Nuestros corazones cristianos, dice el (usualmente apasionado) argumento, nos llevan a dar igualdad moral y legal completa a los gays y las lesbianas; nuestra fe cristiana, sigue la (usualmente apasionada) refutación, nos lleva a adherirnos, sobre todo, a la Palabra de Dios.

La compasión por los demás es la piedra angular de la ética cristiana; la Biblia es la base de la fe cristiana. ¿Qué cristiano podría elegir entre las dos?

La respuesta es que no se le pide a ningún cristiano que haga esa elección. Es una falsa dicotomía que por un lado está el texto de la Biblia, y por otro la igualdad completa para la gente gay y lesbiana. Dios no podría pedir o esperar que los cristianos eligieran nunca entre su corazón y su fe.

Reconciliar a la Biblia con la aceptación sin reservas de la gente LGBT no requiere que descontemos nada de la Biblia, que la refundamos, la deconstruyamos o reinterpretemos. Lo único que requiere es que leamos esos pasajes de la Biblia donde la homosexualidad es mencionada con el mismo cuidado con el que leeríamos cualquier otro pasaje del libro.

Podemos confiar en Dios; podemos confiar en que Dios es cariñoso.

Y podemos confiar en que nosotros podemos – y que ciertamente deberíamos- tomar a Dios, en este asunto, como en todas las cosas, por su Palabra.

Si no hay una directiva claramente establecida en la Biblia para marginar y condenar al ostracismo a la gente gay, entonces el que los cristianos continúen haciéndolo es moralmente indefensible, y esto debe cesar.


Lo que no puede negarse es que los cristianos han causado gran cantidad de dolor y sufrimiento a las personas homosexuales al:
  • Impedirles participar en la iglesia, privándolos así de los consuelos y los frutos espirituales de la iglesia.
  • Prohibirles su participación en el sacramento del matrimonio, privándolos así de los consuelos y frutos espirituales del matrimonio.
  • Dañando los vínculos entre los homosexuales y sus familiares heterosexuales, debilitando así los consuelos y frutos espirituales de la vida familiar para los homosexuales y sus familiares.
  • Usando su posición dentro de la sociedad como voceros de Dios para proclamar que todas las relaciones homosexuales son desdeñadas por Dios, contribuyendo así a sabiendas a la cruel persecución de una población minoritaria.
Los cristianos no niegan que han hecho estas cosas. Sin embargo, mantienen que no tienen elección salvo hacer estas cosas, basándose en que lo que ellos dicen que es una directiva clara acerca de los homosexuales entregada a ellos por Dios a través de la Santa Biblia. Ellos dicen que la Biblia define todas las relaciones homosexuales como pecaminosas, les ordena excluir de participación completa en la iglesia a todos los pecadores que no están arrepentidos (incluyendo a los homosexuales) y los llama moralmente a que públicamente (o al menos, de forma resuelta) denuncien los actos homosexuales.

Sin una directiva explícita de Dios de excluir y condenar a los homosexuales, el tratamiento dado por la comunidad cristiana a las personas homosexuales está en clara violación de lo que Jesús y los escritores del Nuevo Testamento justamente identificaron como el más importante mandamiento de Dios: amar al prójimo como a sí mismo.

La comunidad gay ha pedido justicia a los cristianos, que tienen una obligación bíblica de ser justos. Dado que el maltrato a las personas homosexuales por parte de los cristianos es tan severo, la directiva de Dios de marginar y condenar al ostracismo a las personas homosexuales debe estar clara y explícita en la Biblia. Si no existe una directiva claramente establecida, entonces el maltrato continuado por parte de los cristianos hacia los gays y las lesbianas es moralmente indefensible, y debe cesar.

Los cristianos heterosexuales están siendo anti-bíblicos al usar los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales como justificación para aplicar estándares absolutos de moralidad a los “pecados” homosexuales que ellos mismos no están tentados a cometer, mientras al mismo tiempo aceptan para sí mismos un estándar de moralidad relativa para aquellos pecados en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales que ellos sí cometen rutinariamente.

La homosexualidad es brevemente mencionada en sólo seis o siete de los 37.173 versos de la Biblia. El hecho de que la homosexualidad se menciona tan raramente en la Biblia debería ser una indicación para nosotros del grado de importancia que le daban los autores de la Biblia.

Mientras que la Biblia casi no habla de la homosexualidad, una gran cantidad de su contenido está dedicada a la forma en que un cristiano debe comportarse. A lo largo de todo el texto, la Biblia insiste en la justicia, igualdad, amor y el rechazo del legalismo sobre la compasión. Si los cristianos heterosexuales están obligados a mirar hacia la Biblia para determinar lo pecaminoso de los actos homosexuales, ¿cuánto mayor es su obligación de mirar a la Biblia para determinar lo pecaminoso de su comportamiento hacia los homosexuales, especialmente a la luz del llamamiento de justicia de la comunidad homosexual?

Algunos de los pasajes bíblicos pertenecientes a esta cuestión son:
  • Aquel de ustedes que esté libre de pecado que tire la primera piedra. (Juan 8:7) (NVI)
  • No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.  Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley. (Romanos 13:8-10) (NVI) 
  • En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos. Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. (Colosenses 3:11-13) (NVI) 
  • ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello. (Mateo 23:22-24) (NVI)
    Como hemos visto, en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales Pablo también condena, junto con la homosexualidad, aquellos tres pecados específicos. Pero los cristianos no piensan que se espera de ellos que nunca cometan ningún grado de esos pecados. Entienden que las circunstancias y la debilidad humana normal deben ser tomadas en cuenta antes de condenar cualquier transgresión. Todos entendemos rápidamente y aceptamos la diferencia entre beber socialmente y ser un borracho, y entre un pensamiento lujurioso y cometer adulterio, entre decir una mentira piadosa para halagar y mentir de forma crónica.

    Incluso no juzgamos un pecado tan horrendo como el asesinato sin antes tener en cuenta el contexto en el que ocurrió. La defensa propia, la protección de los inocentes, durante una guerra – todos reconocemos que hay momentos cuando incluso tomar la vida de otra persona no sólo no es un pecado, sino que está moralmente justificado, e incluso constituye un acto de heroísmo.

    Los cristianos evalúan el grado de pecado, o incluso evalúan si un pecado real ha ocurrido o no, mirando tanto al daño causado por el pecado, y la intención de quien lo cometió.

    Lo hacen, eso es, para todos los pecados excepto la homosexualidad.

    Virtualmente cualquier grado de “transgresión” homosexual es tratada por los cristianos como un pecado absoluto merecedor de un castigo absoluto. Los cristianos no trazan ninguna distinción moral entre la violación en grupo de la historia de Sodoma y Gomorra, las orgías a las que Pablo se refería en su Carta a los Romanos, el salvaje abandono sexual al que Pablo se refiere en Corintios 1, y el sexo homosexual entre dos personas devotas que se aman.

    Los cristianos heterosexuales están siendo injustos e hipócritas al usar los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales como justificación para aplicar estándares absolutos de moralidad (y un castigo absoluto) a los “pecados” homosexuales que ellos mismos no están tentados de cometer, mientras que al mismo tiempo aceptan para sí mismos un estándar de moralidad relativa (y el aplicar ningún castigo real) para esos pecados listados en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales que ellos sí cometen rutinariamente.

    Como no hay ningún daño demostrable que surja del sexo entre dos personas en una relación homosexual comprometida, y sí que hay un daño significativo demostrable que surge de la discriminación y condenación contra las personas homosexuales, ¿qué base bíblica posible puede haber para no reconocer la vasta diferencia moral entre actos sexuales en el contexto de una relación amorosa comprometida y actos sexuales de cualquier otro tipo?

    Aquí hay un par de pasajes de la Biblia que cualquier cristiano debería tener en mente en cualquier momento que se le pida (o al menos se sienta emocionalmente inclinado) a realizar un juicio moral:
    • No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. (Mateo 7:1) 
    • ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo” , cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano. (Lucas 6:41-42)

     * * *
    —por John y Catherine Shore, extraído de INJUSTO: Por qué la visión “cristiana” de los gays no funciona. (By John and Catherine Shore, excerpted from UNFAIR: Why the “Christian” View of Gays Doesn’t Work. (Print edition; Kindle edition; NookBook edition).

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