lunes, 7 de diciembre de 2015

#derechoaser

Existe una moral de la “pureza” anterior a Jesús de Nazaret. Podemos encontrar las normas y principios de esta ética en numerosos textos bíblicos del Antiguo Testamento. Da especial importancia a los mandamientos y prohibiciones rituales sobre el culto a Dios, los alimentos “puros e impuros”, la vestimenta, las enfermedades, la sexualidad, la esclavitud, la propiedad, la violencia y otros asuntos de la vida.

Jesús era galileo, de cultura judía, educado en las tradiciones de Israel. Respetó la Ley sagrada, la Torá, aunque sorprendió a mucha gente con una nueva espiritualidad centrada en el amor, lo que le trajo graves problemas con los observantes de la antigua Ley. Acogió a personas “impuras”, enfermos, pecadores públicos, leprosos, prostitutas y otros marginados de su entorno. Chocó abiertamente con algunas normas religiosas, tocó a los intocables, hizo curaciones prohibidas en el día santo del Sábado, comió en casa de recaudadores de impuestos, habló de dios como Padre y proclamó el Amor entrañable y compasivo como norma y motor fundamental de la vida humana.

Las primeras comunidades cristianas sufrieron la presión de quienes intentaron mantener la antigua moral judía. Pedro tuvo que terciar en conflictos relacionados con los alimentos prohibidos, la circuncisión ritual y la apertura a los nuevos creyentes “gentiles” que no provenían del Judaísmo. La mentalidad de aquella época se mezcló con la nueva fe en la forma de ver a la mujer, la esclavitud, la sexualidad. Surgieron nuevos fundamentalismos. 

Las tres “religiones del Libro”, la judía, la cristiana y el Islam se preocuparon más por los actos y comportamientos “antinaturales” que por la identidad y la libertad de las personas homosexuales. Condenaron y persiguieron estas relaciones sin entender que en muchos casos encarcelaban y mataban a seres inocentes por el único motivo de que eran diferentes, sentían de un modo diferente y amaban de un modo diferente.

Las ciencias modernas han comprendido y estudiado que existen distintas identidades humanas afectivas y sexuales. Muchos hombres y mujeres somos y sentimos de otra manera. Nos resulta imposible prescindir de nuestra propia forma de ser y de amar, que no es ni mejor ni peor que la heterosexual. Queremos SER lo que somos, SENTIR como sentimos y AMAR como amamos. ¿Cuándo entenderán esto los que siguen persiguiéndonos y calumniándonos?

Proclamamos y reivindicamos nuestro derecho a SER quienes somos, libres, felices y capaces de amar. En esto consiste el “Orgullo LGTB”: en la fiesta y en la lucha por defender nuestra dignidad y nuestro amor propio. Conocemos a muchos gays, lesbianas, trans y bisexuales que siguen sufriendo malas miradas, agresiones verbales y físicas, rechazo y desprecio por SER lo que son. Y en otros países son encarcelados, torturados y hasta asesinados por el mismo motivo. Trabajemos unidos por un mundo más justo y solidario, un mundo mejor para todos y todas. ¿Os parece bien?

Por Chema Muñoz en Revista 21

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