Cuando no es por una charla organizada por el arzobispado de Barcelona en la que un católico homosexual recomienda el celibato a los gays es por un autobús conducido por el grupo católico Hazte Oír
que va echando humo y un mensaje tránsfobo por la carretera. La
relación entre Cristianismo y homosexualidad siempre ha sido tensa. Y
esta tensión es más difícil para las personas que pertenecen a ambos
colectivos, que muchas veces tienen que resolver un dilema mayor:
conjugar su religión con su sexualidad.
Es el caso de Óscar Cardeña, un homosexual de 43 años natural de Navalcarnero que durante años estuvo “muy metido” en la Iglesia Católica. Desde niño, siempre supo que era gay. También supo que era “muy espiritual”.
Aunque no venía de una familia especialmente católica, tras fallecer su
madre, teniendo él 14 años, miró hacia la Iglesia. Incluso empezó a
estudiar Teología, cuenta, y estuvo “a punto” de irse a un monasterio.
Pero ser católico no le permitía “compaginar” su religión con su sexualidad, lamenta. Su decisión fue vivir en secreto.
“Llegué a tener novias”, explica, “rezaba todos los días
para que Dios me cambiara y me he pasado horas rezando para que me
diera una familia”. Ahora, Cardeña ha cambiado, pero no en el sentido
que él esperaba. Lo hizo motivado por su descubrimiento de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana,
una confesión ecuménica que fundó en 1968 en Estados Unidos un
reverendo homosexual para dar cobijo a la diversidad. Hoy, ICM cuenta
con más de 400 congregaciones en 40 países, según la organización.
Incluso Nancy Wilson, la anterior líder del credo, fue durante el mandato de Obama asesora de la White House Office on Faith-Based and Neighborhood Partnerships, un organismo que estructura la relación entre el Gobierno y las obras sociales relacionadas con la religión.
En España, la ICM tiene una congregación en Madrid activa desde 2010, liderada por Alejandro Medel,
que oficia cultos todos los domingos a las 11:00 en la iglesia de El
Salvador, en el número 5 de la madrileña calle del Noviciado, templo y actividad que comparte con la Iglesia Evangélica Española (IEE). Medel asegura que muchos homosexuales que acuden a su iglesia llegan con “heridas” abiertas
por la postura oficial de la Iglesia Católica con el colectivo LGTB. Él
propone un enfoque diferente. Para Ia ICM, “todos somos hijos de Dios
Padre y Madre” ya que “Dios no tiene género”, razona
Medel. La apertura hacia las minorías sexuales y las mujeres es
notable (ellas suponen más del 50% de los pastores de esta confesión,
según datos de la propia ICM). Además
de celebrar junto con la IEE los cultos, la escuela dominical y los estudios
bíblicos, ofician bodas religiosas entre parejas del mismo sexo.
Para
Cardeña, el encuentro con la ICM propició su salida del armario y el
descubrimiento de una nueva forma de vivir la religión. “Yo pensé que
moriría católico, pero al conocerlos vi que podía ser cristiano y seguir
siendo yo mismo”, se alegra. Y resume: “En ICM encontré mi casa”. Hoy, Cardeña tiene novio estable y una vida espiritual
en la que esa relación tiene cabida: “Yo antes no podía tener con Dios
la relación que tengo ahora, porque ni me aceptaba yo ni aceptaba el
amor de Dios como Él quería manifestármelo”. Y no titubea al decir: “Si
me caso, me va a casar Alejandro”.
Tanto Medel como Cardeña se muestran críticos con el papa Francisco, al que muchos han aplaudido por su supuesto aperturismo. Un ejemplo ocurrió en 2011 cuando el pontífice cuestionó: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?”. “A mi entender, era un poco de marketing”, valora el pastor de la ICM, “porque en el fondo la Iglesia Católica no ha cambiado ni una coma en la doctrina sobre el colectivo LGTB”. Y en la misma línea se muestra su feligrés: “Me parece fingido”, determina.
Tanto Medel como Cardeña se muestran críticos con el papa Francisco, al que muchos han aplaudido por su supuesto aperturismo. Un ejemplo ocurrió en 2011 cuando el pontífice cuestionó: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?”. “A mi entender, era un poco de marketing”, valora el pastor de la ICM, “porque en el fondo la Iglesia Católica no ha cambiado ni una coma en la doctrina sobre el colectivo LGTB”. Y en la misma línea se muestra su feligrés: “Me parece fingido”, determina.
La Iglesia de la Comunidad Metropolitana colabora en diversas
actividades con Crismhom
(Cristianos Madrileños Homosexuales). Este colectivo, con sede en el
número 18 de la madrileña calle de Barbieri, nació en 2006 con el
objetivo de ofrecer un espacio a los miembros del colectivo LGTB con fe cristiana
porque “determinada jerarquía de la Iglesia Católica no ofrece ese
espacio”, explica Óscar Escolano, secretario de la Junta Directiva. A
pesar de ser una entidad ecuménica, un sábados al mes a las 20:30 acuden
un par de curas a dar misa católica (comunión con oblea incluida). Escolano
prefiere mantener en el anonimato el nombre del sacerdote, pero aclara
que en estas misas “se incide en temas LGTB”. Lamenta, asimismo, que
entre los dogmas de la Iglesia Católica no esté “la aceptación de la
diversidad de género”. Y subraya: “Nosotros tendemos puentes”.
Por Néstor Villamor en The Objective
*En esta versión se han corregido
algunas pequeñas imprecisiones cometidas en la redacción original.
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