martes, 28 de febrero de 2012

Cuaresma 2012.


Uno de los regalos más maravillosos de ser miembros de ICM es que tenemos las más ricas tradiciones cristianas, pero también las reimaginamos…

Una de estas tradiciones son los “tiempos litúrgicos” – muchos de nosotros nos preparamos durante este tiempo de Cuaresma.

La Cuaresma es un tiempo Cristiano “penitencial” – un tiempo de dirigir nuestros corazones a Dios.  Algunos de nosotros crecimos en iglesias que no ponían atención a este tipo de tradiciones. Otros crecimos con recuerdos muy viscerales de el tiempo de Cuaresma – muchos servicios (misas) en los que se tenía que participar; donar o privarnos de algo que fuera de lo más preciado para nosotros. Todo esto asociado con el sacrificio, siendo recordada constantemente nuestra naturaleza “pecadora”, nuestra mortalidad -  algo en lo que teníamos que intensificar hasta que llegará el glorioso día de la Pascua.

En la preparación para la Cuaresma, he estado pensando en el énfasis en nuestro liderazgo de ICM, especialmente en los últimos años -  hemos estado enfocados en nuestra nueva Junta de Gobierno, tomando el corazón de nuestro Equipo de Liderazgo, - lo cual ha resultado en una proliferación de Conferencias, congresos, retiros de liderazgo, oportunidades para los Adultos Jóvenes, programa de certificación de líderes laicos… todos estos signos que manifiestan que nuestra fe debe estar bien nutrida y fortalecida, para tener líderes capaces como clave para vivir el llamado y destino de ICM en el mundo. Todo esto son frutos entre nosotros día a día.

En esta cuaresma, me siento interpelada a pensar tanto yo, como todos nosotros, que como personas de fe que somos, que vivimos en la paradoja de que implica que para ser líderes espirituales, primero debemos ser seguidores de Jesús. Debemos conocer a Quién seguimos, y  por qué (el “dónde” y “cómo” comienza el que nos cuidemos a nosotros mismos). Me gustaría que esta Cuaresma sea un tiempo en el cual nosotros en ICM recordemos nuestro compromiso de seguidores de Cristo. Somos mejores líderes cuando nuestro liderazgo está bien fundamentado en nuestro seguimiento fiel.

Me ha impresionado gratamente la forma en que, cada día, muchas personas de todo el mundo nos contactan, expresando sus deseos de entrar en relación con ICM, a nuestro mensaje y ministerio. A ellos no les interesa mucho la estructura de ICM – al menos en los contactos que hemos tenido. A ellos les preocupa su propia liberación… y la liberación de los hermanos y hermanas donde quiera que estén. A ellos les interesa el estar en comunicación con otras personas que comprenden su hambre de justicia, su anhelo para reclamar la fe por sí mismos. Quieren seguir sus corazones y el corazón de un Dios de amor y justicia. Sabemos que  estamos llamados a llegar a tantas personas alrededor del mundo para que sean liberados por el Espíritu Santo encarnado el Evangelio dador de vida.

También me encuentro orando por personas en pequeñas ciudades y pueblos en Estados Unidos y Canadá que también anhelan una ICM: necesitamos renovar nuestra pasión y encontrar la manera de localizarlos y estar en contacto con ellos – abrir nuestra imaginación y visión de cómo podríamos, incluso con pocos recursos, ver un resurgimiento de esa sorprendente narrativa fundadora de ICM. Incluso mientras la igualdad en el matrimonio logra grandes progresos en este momento histórico, algunos jóvenes están siendo expulsados de sus propios hogares, golpeados en sus escuelas, tildados con sobrenombres despectivos, y continúan escuchando que Dios no les ama.  “Familias Modernas” de todas las formas y contornos buscan un lugar en la mesa de la radical inclusión. Hay muchos que incluso hoy en día no saben que hay una iglesia como ICM – y que incluso si aún no estamos presentes en sus barrios, pueblos o ciudades, estamos solamente a un “clic” de distancia en Internet.

Para convertirse en un renacimiento de esperanza y alegría liberadora, para llegar con más autenticidad, para llegar con más autenticidad, tenemos que profundizar primero en nuestro discipulado, nuestro “barco de seguimiento”. Estamos fortalecidos por el llamado que Dios nos hace para participar juntos.

La Cuaresma es una invitación a acompañar al joven Jesús en el desierto – que se enfrentó a sus demonios y dudas, que ayunó hasta que supo con certeza cual era la fuente de su fortaleza y su mensaje, y regresó del desierto para vivir con libertad, amor, servicio, morir y resucitar de nuevo.  Jesús comprendió el seguimiento en ese desierto – el seguimiento de Dios quién lo había preparado para su momento en la historia… que cambiaría la historia para siempre. Jesús regresó del desierto listo para llamar a sus seguidores, para encontrar su grupo de marginados que anhelaban ser transformados en una comunidad valiente – que necesitaban compartir lo que ellos experimentaban de la gracia maravillosa y amor radical de Dios.

Les invita a realizar tres cosas en esta Cuaresma:
- Realicen una práctica espiritual que sea nueva para ustedes – una forma nueva de oración, de búsqueda del rostro y presencia de Dios, así podríamos llegar a ser mejores seguidores, incluso en nuestro liderazgo;
- Oren por una pasión renovada para “encontrarles” – a quienes en nuestro mundo, aún no conocen, la gran alegría de estar en relación con ICM; y
- Envíenme una petición de oración especial, les prometo orar cada día por ustedes y sus intenciones todos los días de la Cuaresma. (RevNancyWilson@MCCchurch.net).

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