domingo, 6 de abril de 2014

Meditación para el 5º Domingo de Cuaresma

Rev. Obispa Mona West
(Del Consejo Episcopal de ICM)

Juan 11: 1-45

En este quinto domingo de Cuaresma, les invito a escuchar la conocida historia de la resurrección de Lázaro, desde la perspectiva de Martha. Lo que sigue es lo que me imagino que Martha habría dicho sobre lo que pasó ese día:

Oh, hola. Estoy tratando de poner en orden todo. Sabes, soy conocida por eso. ¿Te acuerdas de esa historia, verdad? Jesús había venido a nuestra casa para la cena - la casa en que mi hermana María, mi hermano Lázaro y yo vivíamos- éramos su familia de elección, y él siempre estaba pasando el rato en nuestra casa. Bueno, yo estaba trabajando en la cocina tratando de tener todo listo. Yo estaba muy estresada por tener a Jesús para cenar , así que realmente perdí los estribos cuando me di cuenta de que mi hermana María estaba sentada charlando con Jesús en vez de ayudarme. Así que dije: " Jesús, ¿no te importa que este aquí haciendo todo esto yo sola? Dile a María que venga y me ayúdame. "Él respondió: " Martha, Martha, Martha, te preocupas demasiado. María ha escogido la mejor parte"

Bueno, yo he tenido que pagar los platos rotos de esa historia desde entonces, pero mi hermano no habría vuelto de entre los muertos si yo no hubiera tenido las agallas para marchar por la carretera y encontrar a Jesús ese día.

Tengo que decir, que estaba un poco molesta con Jesús por no presentarse antes. María y yo le habíamos avisado unos días antes de que Lázaro estaba enfermo. Así que cuando me enteré de que Jesús estaba en la carretera a las afueras de la ciudad, cuatro días después de que habíamos sepultado a Lázaro, fui a su encuentro. Con la mano en la cadera, le dije: "Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto." Y apenas esas palabras salieron de mi boca, me dijo en el mismo aliento, "Pero aún ahora sé que Dios te dará todo lo que pidan."


¿Alguna vez te ha pasado algo así? Ya sabes, como si presentas una queja y una declaración de confianza de todo en una sola frase. Hice notar a Jesús que era tarde, Lázaro estaba muerto, y luego se dio la vuelta y dio a entender que podía hacer algo al respecto. Las conversaciones con Jesús son a menudo así. Él está tan interesado en nuestras quejas como lo está en nuestra confianza y fe.

Bueno, Jesús y yo tuvimos toda esta discusión teológica. Él me dijo: "Tu hermano resucitará." Y yo que pensaba que estaba hablando de la creencia que nuestros líderes religiosos, los fariseos, habían enseñado - que al final de la era, se elevaría a los justos muertos. Así que le respondí: "Yo sé que resucitará en la resurrección en el último día." Pero Jesús me dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás." Luego me miró a los ojos y me preguntó: "¿Crees esto?"

De repente, me di cuenta de que Jesús había cambiado la conversación a un nivel más profundo de lo que simplemente los fariseos enseñaban acerca de la resurrección. Me estaba preguntando acerca de mi relación con él. Así que ahí estaba yo, de pie en medio de la carretera, y en ese momento mi mano había bajado de mi cadera, y en la eternidad que se reunía en torno a esa sencilla pregunta de Jesús: "¿Crees tú esto? " Le respondí: " Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que viene al mundo". Fue una confesión de fe que trasciende cualquier categoría o debate teológico. Jesús me estaba invitando a salir de mis ideas - a pensar en él, en Lázaro, en lo que los fariseos enseñaban acerca de la resurrección - y avanzar en mi corazón: "¿Qué es lo que tú crees de mí Martha?".

Después de esa conversación, sucedió lo más extraño. Jesús fue a la tumba donde Lázaro había sido sepultado hacía ya cuatro días. Había una enorme piedra que cubría la entrada, y Jesús dijo a los que estaban reunidos allí llorando y lamentándose que quitaran la piedra. Bueno, ya me conoces, lo práctica que soy. Rápidamente me volví hacia Jesús y le dije: " ¿¡Qué! Ya debe de oler muy mal, y quieres que abran a la tumba?". Jesús me respondió: " ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?” En ese momento, supe que al consentir que rodaran la piedra no sólo iba a cambiar la vida de Lázaro para siempre, sino la mía también.

Así que se quitó la piedra, y después de que Jesús había rezado una oración muy sencilla, clamó a gran voz: "¡Lázaro, sal fuera!". Nunca habíamos oído a Jesús levantar la voz. Quiero decir, era muy ruidoso. Creo que es de donde se obtiene la frase, "lo suficientemente fuerte como para despertar a los muertos". Y, por supuesto, unos segundos más tarde, vimos esta figura – como una momia tropezar fuera de la tumba, se retorcía, tratando de mantenerse en pie, tratando de caminar, pero las manos y los pies de Lázaro todavía estaban apresados en sus vendas y su cara todavía envuelta en un sudario. Todos nos quedamos sin palabras, y, finalmente, Jesús dijo: " Quítenle las vendas. Dejen que se vaya".

Se podría decir que esta es una historia de salida del armario. Jesús siempre nos está llamando a salir. A salir de los lugares que nos están matando - tal vez se trata de un trabajo o una relación, o una adicción, o una actitud. Jesús dice: 'salgan'. Jesús nos pide considerar las cosas en nuestras vidas que nos mantienen atados y tropezando – como a media vida: el miedo, el odio, el resentimiento. Jesús dice que no tienen dominio sobre nosotros como sus discípulos.

Oh, por supuesto. Lázaro salió ese día, pero yo también lo hice. Salí como un discípulo de Jesús. Mi confesión de fe en Jesús como el Mesías estaba cambiando mi vida. Había servido comidas a Jesús en mi casa muchas veces, y habíamos tenido muchas conversaciones, pero ese día en la carretera cuando él me dijo que él era la resurrección y la vida, cuando me dijo que todo el que vive y cree en él, nunca muere - un gran cambio ocurrió en mi alma. De repente, me di cuenta de que el tipo de vida que Jesús estaba diciendo era "vida abundante" aquí y ahora. En ese momento, sin decir las palabras 'sal', Jesús llamó a la luz un saber que estaba en mí todo el tiempo, pero ahora estaba preparado para ello. Ahora estaba lista para vivir más plenamente en la vida que estaba delante de mí.

Bueno, ya es hora de que me vaya. Pero antes de hacerlo, permítanme preguntarles, "¿De dónde tienen que salir ustedes? ¿Qué piedras en su vida tiene que ser removidas para que pueda escuchar la voz de la vida de Jesús más claramente? "Esas son algunas de las preguntas de la vida y la muerte en las que deben pensar mientras continúan su viaje hacia la Pascua.

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