Terrible noticia la que hemos conocido este día de Navidad. Alan, un chico transexual de Barcelona, se quitó la vida este
jueves, 24 de diciembre, al no soportar la presión que sufría por parte
de su entorno escolar. Tenía 17 años y acababa de ver oficialmente
reconocida su identidad masculina en el Documento Nacional de Identidad.
Alan contaba con el apoyo de su familia, pero no ha sido suficiente. “Siento
en el alma tener que dar esta terrible y triste noticia. Nuestro hijo
Alan se quitó ayer su corta vida de 17 años. No pudo con la presión de
la sociedad y nos ha dejado para siempre. Muchas gracias por todo
vuestro apoyo recibido”, comunicaba su madre a Chrysallis (Asociación de Familias de Menores Transexuales). “No
hay palabras para acompañar este dolor ni para expresar la indignación,
frustración y vergüenza ante unas administraciones que nunca llegan a
tiempo, que van siempre por detrás de las necesidades de la infancia y
adolescencia transexual”, expresaban desde Chrysallis tras conocer la noticia.
Alan había sufrido acoso escolar debido a su condición transexual, un
acoso que lo sumió en una depresión por la que llegó a ser ingresado en
el Hospital Clínic de Barcelona. Cambió de centro, pero siguió viviendo
situaciones de acoso. De hecho la familia y el equipo directivo del
nuevo instituto tenían ya prevista una reunión para abordar la situación
tras las vacaciones de Navidad.
Se da la circunstancia de que Alan acababa de ver reconocida
legalmente su identidad masculina gracias a una decisión judicial. Era
uno de los dos primeros menores que lo conseguían en Cataluña, una
noticia de la que la prensa catalana se hacía eco
hace un par de semanas. En toda España lo han conseguido solo una
veintena de menores. Y es que la ya obsoleta ley de identidad de género
española sigue excluyendo a los menores de la posibilidad de modificar
sus datos registrales sin la intervención de un juez. Y para los
mayores de edad sigue contemplando como requisito un diagnóstico de
“disforia de género” y exigiendo (con algunas excepciones) dos años de
tratamiento hormonal.
“Esta era la primera Navidad que vivía de acuerdo a su identidad,
la primera en la que celebrar un DNI recién estrenado, la primera en la
que habría fiesta en casa desde hacía muchos años pero, trágicamente,
ha resultado ser la última. La presión e incomprensión en el ámbito
escolar han podido con Alan y esta noche ha decidido dejar de caminar
entre nosotrxs”, expresa Chrysallis en su página web. “Desde Chrysallis seguiremos luchando para que la sociedad respete a nuestras hijas e hijos, pero a Alan ya no le servirá”, añade la principal asociación española de familias de menores transexuales.
Ojalá el suicidio de Alan fuese el último. Mucho nos tememos que no
será así. Pero lo que desde luego no puede demorarse más es la
aprobación de un marco legislativo que aborde con realismo y sin
prejuicios la realidad de los menores trans y permita luchar más
eficazmente contra la transfobia que deben soportar. No es casualidad
que hace solo unas horas nos hiciéramos eco
de cómo un instituto de Murcia se niega a reconocer la identidad de
otro adolescente trans y no le permite usar los vestuarios masculinos…
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