miércoles, 10 de febrero de 2016

Reflexión del inicio de la Cuaresma: Miércoles de Ceniza

En el silencio estridente de Dios Desgárrense el corazón . . . y Toquen la trompeta

La humanidad parece estar en una carrera veloz. Las historias que día a día nos narran los periódicos, nos dejan sin tiempo para entender lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Las ciudades son un ir y venir de personas inconexas, solas, luchando por sobrevivir las contradicciones de nuestro diario vivir. Si pudiéramos por un momento mirar el movimiento en las redes sociales a nivel mundial, quedaríamos sorprendidos por la gran cantidad de voces, quedaríamos perplejos por la velocidad con que la información se mueve de un lado a otro. Aun así, parece que nadie se oye, aún así parece que no conseguimos mirarnos cara a cara. El consumo voraz, la pobreza, los conflictos bélicos, la desigualdad son plagas que amenazan a nuestra única casa, la Gaia, la Tierra, la Pachamama.

Es tiempo de hacer un alto, hemos sido constantes caminantes en nuestras jornadas personales y en nuestras jornadas colectivas. Probablemente hemos intentando solucionar muchos problemas, quizás hemos estado a la caza incansable de soluciones, a lo mejor luchamos por nuevos sueños...y ahora la tradición en nuestra fe nos convoca a un tiempo de quietud. Mas, ¿podemos tener quietud en un mundo de tanto ruido, de tantas imágenes, de tanta necesidad...

El libro del profeta Joel parece desarrollarse en mundo estremecido por las contradicciones. Una gran plaga asola al país y en medio de este gran desastre el Espíritu de Dios se derrama sobre su pueblo. En Joel 2 encontramos una de las lecturas que inspiran este llamado a la pausa durante el Miércoles de Ceniza, inicio del tiempo de Cuaresma. Uno de los versos nos invita a rasgar el corazón. Rasgar el corazón podría ser interpretado como una acción simbólica al arrepentimiento, mas también como una invitación a quedar vulnerables.  Por un momento silenciar nuestra voz, por un momento detener nuestras acciones para quedar vulnerables y escuchar a Dios en lo que nos rodea. Más también el mismo texto invita a tocar las trompetas. ¿Existe algún instrumento más estridente que una trompeta? Hay que tocar la trompeta para que venga toda la comunidad, nadie quedará afuera y el Espíritu de Dios se derramará sobre ellas y sobre ellos. Aunque el texto interpreta la comunidad de manera muy limitada, es decir solo la comunidad de Sion, hoy miramos el texto con lentes de globalidad con lentes de inclusión. Es tiempo de silencio personal, para esperar desde nuestra vulnerabilidad y también tiempo para ser estridente en la convocatoria de todos, no solo de aquellos con los que siempre caminamos, a los que siempre escuchamos sino la convocatoria de todo el pueblo de Dios, la humanidad toda.

En nuestras oraciones pongamos en silencio nuestras fuertes opiniones y llamemos con toque de trompeta al pueblo de Dios, a los que nos gustan y a los que nos desagradan, a los que conocemos bien y a los que hemos ignorado. En esa convocatoria el Espíritu de Dios se derramará.

ICM como pueblo llamado desde el exilio, desde la periferia tiene hoy una responsabilidad especial: dejar a un lado nuestras opiniones, nuestras ambiciones para por un momento estar en el silencio estridente de Dios. Toquemos la trompeta para convocar a la comunidad y encontrémonos con el Dios vivo que habita en todos nosotros y nosotras. Esa polifonía de voces, nos permitirá escuchar la sinfonía de Dios. Ciertamente el mundo ha estado amenazado por la plaga de nuestras acciones de exclusión, por nuestro individualismo, nos va la vida...  rasguemos nuestro corazón y preparemos para escuchar  las voces de un Dios que clama en todos los cuerpos.

Iglesia de la Comunidad Metropolitana  
Consejo de Obispos y Obispas

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